El funcionario que desapareció tocando el poder | Sin Permiso
Hoy se cumplen 13 años de la desaparición de Vernon Ramos. Trece años sin respuestas y sin responsables.
El 15 de noviembre de 2012 desapareció Vernon Ramos, subdirector de Investigaciones de la Superintendencia del Mercado de Valores. Su familia lo reportó al día siguiente. Desde entonces, Panamá carga con una desaparición que el Estado no ha sabido —o no ha querido— resolver.
Ese noviembre, el país olía a corrupción. Como siempre. El escándalo de Financial Pacific había estallado: un desfalco de 12 millones, una intervención abrupta y una devolución exprés del control a sus dueños. Vernon formaba parte del equipo que investigaba ese caos. El día que desapareció, salió de su casa en Chanis con ropa de ejercicios y sin celular. Nunca volvió. Le dijo a su hijo antes de salir: “Cuida a tu mamá.”
En 2014, Mayte Pellegrini, exempleada de Financial, declaró que Ramos la había entrevistado poco antes de desaparecer, y que él investigaba cuentas vinculadas al entonces presidente Ricardo Martinelli. Luego se retractó. Luego dijo que la habían presionado para hacerlo… El dato duro es que Vernon Ramos tocó fibras del poder, y desapareció justo después.
Y eso debería indignarnos: que por un caso que involucraba al presidente de la República haya desaparecido una persona. Eso no es política; eso es mafia.
En 2015, la justicia condenó al exdirector de Supervisión de la SMV, Ignacio Fábrega, a cinco años de prisión por filtrar información confidencial a los mismos dueños de Financial. La condena no explicó el paradero de Ramos, pero sí confirmó que el regulador estaba infiltrado. Que un alto funcionario pasara información a los investigados lo dice todo.
Entre 2016 y 2017, la Fiscalía contra la Delincuencia Organizada tramitó asistencias judiciales internacionales a Estados Unidos y a Holanda, y documentó amenazas a la familia de Ramos. En paralelo, el Ministerio Público informó que seguía esperando respuesta a una de esas asistencias: la que buscaba aclarar un correo enviado en noviembre de 2013 desde la cuenta personal de Ramos a un familiar. El mensaje solo decía: “Hola.” Más de una década después, ese correo sigue siendo un misterio dentro del misterio.
De 2018 en adelante, el expediente cogió polvo. Ni conclusiones ni responsables. Solo aniversarios, comunicados vacíos y la misma frase: “El caso sigue en trámite.” Mientras tanto, su familia sigue esperando que alguien en el Estado haga su trabajo. Pero, por otro lado, la familia ha bajado el perfil desde hace algunos años, lo cual agrega todavía más intriga al misterio.
Esta historia revela varias cosas:
Uno. En Panamá, investigar al poder es jugar con fuego. Un funcionario público desapareció en medio de una investigación multimillonaria y nadie ha respondido por eso.
Dos. La lentitud judicial es otra forma de impunidad. Que una asistencia internacional tarde más de diez años en resolverse es injustificable.
Tres. Cuando el sistema protege a los de arriba, los de abajo aprenden a callar. No hace falta censura: basta con un ejemplo como este.
Cuatro. No basta con tuitear cada noviembre “se cumplen tantos años”. Hay que recordar para exigir, porque un país que olvida a sus desaparecidos está condenado a repetir sus silencios.
Esta desaparición no fue un accidente. Fue una advertencia. Y el silencio que vino después, un pacto.
Trece años después, la pregunta es la misma, pero ahora pesa más: ¿Dónde está Vernon Ramos, y quiénes se beneficiaron de que nunca apareciera?
Por: Flor Mizrachi
Periodista
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