Venezuela en el 2025, no es la Panamá de 1989

20 de Noviembre de 2025

Exclusivo para Contrapeso

En Bolivia, luego de 20 años de dominio del Movimiento Al Socialismo, el presidente Luis Arce, de izquierda, realizó unas elecciones limpias en las que democráticamente fue electo como nuevo presidente del país andino Rodrigo Paz, de centro derecha. Eso es lo que debió ocurrir en Venezuela a partir de las elecciones del 28 de julio de 2024, ganadas ampliamente por el candidato de oposición Edmundo González. El reconocimiento de dicha victoria y la entrega pacífica del poder habrían terminado la crisis venezolana en los términos y condiciones que los propios venezolanos hubiesen pactado.

Al igual que en Panamá en 1989, cuando la dictadura militar de Manuel Antonio Noriega desconoció la victoria electoral de Guillermo Endara y la alianza de oposición, solo quedó como camino la represión para el funcionamiento del régimen. Hasta allí las coincidencias. Veamos las diferencias:

  1. Los protagonistas. En junio de 1986, fiscales del Departamento de Justicia de los Estados Unidos solicitaron un encauzamiento en contra del general Noriega por delitos de narcotráfico ante una Corte Federal de Florida. Aunque distintos voceros del gobierno de los Estados Unidos han calificado al presidente Nicolás Maduro como “líder del cartel de los Soles”, no ha habido un encauzamiento formal del mandatario venezolano, lo que le resta legitimidad al señalamiento del gobierno de Trump. Eso sí, colaboradores cercanos e incluso familiares de la primera dama venezolana han sido procesados en los Estados Unidos por estos delitos. Pero nunca se ha acusado formalmente a Maduro ante un tribunal estadounidense.

  2. La presencia militar. El 20 de diciembre de 1989, Estados Unidos tenía 13 bases militares en el territorio panameño. Las fuerzas militares estadounidenses conocían personalmente a los oficiales del alto mando y de los mandos medios de las Fuerzas de Defensa de Panamá, ya que gran parte de ellos habían sido entrenados en la Escuela de Las Américas o en otros centros de entrenamiento militar. Una parte importante de la invasión estadounidense se desarrolló por vía de llamadas telefónicas del entonces general estadounidense Marc Cisneros a los oficiales de la Fuerza de Defensa para pedirles que depusieran las armas y evitaran un mayor derramamiento de sangre. Estados Unidos no tiene esa relación con los militares venezolanos y carece de los canales de comunicación para convencerlos o disuadirlos de ser necesario.

  3. Fuerza naval versus fuerza terrestre. El mayor despliegue de fuerzas navales de los Estados Unidos en el mundo está actualmente en el mar Caribe. El portaaviones Gerald Ford carga 90 aviones y desplaza “unas 100 mil toneladas de diplomacia”. Las fuerzas navales de los Estados Unidos pueden hacer un bloqueo naval a Venezuela, pueden lanzar bombardeos a sitios estratégicos o pueden despachar algunas misiones de fuerzas especiales hacia el territorio venezolano. La invasión de Panamá requirió más de 26 mil soldados en tierra dispuestos para el combate hombre a hombre. Una acción similar en territorio venezolano necesitaría fácilmente varios centenares de miles de tropas, lo que significa obligatoriamente que el Congreso de los Estados Unidos tendría que aprobar una “Resolución de Guerra”, trámite que el presidente Trump no quiere realizar. En el caso de Panamá se evitó este trámite usando como pretexto la realización de maniobras militares y la rotación de tropas. En el caso de Venezuela, aunque actualmente se hacen maniobras militares de Estados Unidos con Trinidad y Tobago, esas maniobras no implican el desplazamiento de soldados, paracaidistas o infantes de marina que son quienes hacen las invasiones.

  4. ¿Un secuestro de Maduro? Cabe explorar la posibilidad de que fuerzas especiales de los Estados Unidos capturasen a Nicolás Maduro y lo llevaran a una ubicación segura. Muy probablemente lo primero que descubriría el gobierno de los Estados Unidos es que Maduro no manda en Venezuela. Si no hay coordinación con las fuerzas militares venezolanas, el asunto puede terminar en una sangrienta represión del pueblo venezolano.

  5. Una negociación con Maduro. La opción más pública barajada entre el gobierno del presidente Trump y el gobierno del dictador Maduro es una posible negociación entre ambos países. ¿Negociar qué y con quién? Aquí cabe la analogía del caso del general Noriega, a quien el gobierno de los Estados Unidos le ofreció una salida que resolvía su problema personal con un exilio dorado y libre del riesgo de algún juicio. El general Noriega rechazó esta y otras ofertas de terceros países, quizás porque pensaba que Estados Unidos no se atrevería a más, o tal vez porque en el avión que lo sacaría de Panamá no cabían todos sus colaboradores y otros miembros del gobierno militar, que tenían razones por las que debían temer a un cambio de gobierno.

A Maduro y su círculo cercano les debe pasar algo similar. Si Maduro se va con su familia, quedan muchos en Venezuela que le tendrían temor a un gobierno de oposición. La salida más razonable sería negociar una amnistía general para el chavismo y pactar una transición rápida y supervisada internacionalmente entre el gobierno de Nicolás Maduro y el gobierno de Edmundo González. Esta es la mejor forma de evitar que se derrame sangre venezolana por otros venezolanos o por las fuerzas armadas de los Estados Unidos.

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Por: Rodrigo Noriega

Abogado

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