¿Soy yo, Rufina Alfaro?

10 de Noviembre de 2025

Exclusivo para Contrapeso

Según uno de los mitos fundacionales de la independencia de Panamá de España, una joven santeña nacida el 4 de octubre de 1804 ocupó un rol protagónico en la ejecución de la gesta cívica destinada a desmantelar el dominio del Reino de España en el istmo de Panamá. Dependiendo de la variante de la historia, la joven de nombre Rufina Alfaro enamoró con sus encantos al oficial español responsable del cuartel, transmitiendo información de inteligencia para los rebeldes. Otra variante cuenta que ella personalmente mojó los barriles de pólvora que los españoles debían usar para defenderse con los mosquetes del asalto santeño. Obtenida la independencia, la joven santeña desapareció en la niebla de la historia.

Al menos desde 1948, los historiadores panameños como Ernesto J. Castillero Reyes se han preguntado sobre la existencia de Rufina Alfaro y su rol en el llamado primer grito de independencia. Unos años más tarde, el dramaturgo santeño Miguel Moreno dramatizó la leyenda de Rufina en la obra de teatro titulada Fugitiva de la Historia. En esta obra, Rufina fue una suerte de Mata Hari santeña que debió decidir entre el amor y la lucha de independencia de su pueblo.

Buscando a Rufina Alfaro

La investigación sobre este personaje se fundamentó tradicionalmente en fuentes orales y narraciones pasadas de abuelos a nietos. A principios de este siglo, dos investigadores, Alberto Arjona Osorio y Milciades Pinzón Rodríguez, iniciaron la tarea de aplicar el método científico a esta narrativa. Estas investigaciones produjeron los primeros indicios ciertos sobre este tema, así como nuevos callejones sin salida de la historiografía del primer grito de la independencia de Panamá de España.

El primer indicio, según Alberto Arjona Osorio, es un censo realizado en 1774, en el cual se documenta que: “... el Padrón de La Villa, levantado en 1774, consigna a don Francisco Alfaro, su familia y esclavos. Lo cierto es que en la actualidad, en Los Ejidos de Los Santos aún perviven vecinos apellidados Alfaro.”. Esto significa que en la Villa de Los Santos había una familia Alfaro establecida a finales del siglo XVIII.

La iglesia de San Atanasio habla

Debido a la hegemonía del catolicismo en toda Hispanoamérica, esto conminaba a la población a bautizarse y a bautizar a su parentela y conocidos. En el caso de la Villa de Los Santos, el nervio central de esos bautizos fue la iglesia de San Atanasio, de más de 400 años de existencia. Aunque los registros de esta iglesia están incompletos, en los mismos se ha podido encontrar varios registros bautismales en los cuales la madrina fue “María Joseph Rudecinda Alfaro”. Ser madrina en la tradición católica de principios del siglo XIX representaba una tarea de mucha responsabilidad, dado que, en caso de muerte o imposibilidad de alguno o de ambos padres de criar a su hijo, la madrina y el padrino mantenían obligaciones subsidiarias de colaborar con la educación y crianza del niño o niña. Además, en el caso de la madrina debía ser una persona respetable y con ciertos medios económicos para llevar adelante esta tarea.

María Joseph Rudecinda Alfaro apareció en los archivos de la iglesia de San Atanasio como madrina la primera vez el 1 de noviembre de 1810, y esto se repite varias veces más a lo largo de esa década y la siguiente. Para el sociólogo Milciades Pinzón, Rudecinda Alfaro “... es la única figura coetánea con el momento en que debió existir Rufina Alfaro.” Pinzón considera que no hay evidencia suficiente para señalar a las dos mujeres como una sola. De igual opinión es Arjona Osorio, quien agrega que, aunque no encontró en los registros de la iglesia de San Atanasio ninguna mención de Rufina, “... advierto que el archivo eclesial santeño es incompleto.”

Las opciones

Se debe aceptar que había una mujer respetada y reconocida públicamente para el año de 1821 cuyo apellido era Alfaro. Su nombre Rudecinda pudo haber sido variado en las narraciones orales que pasaron de generación en generación hasta convertirse en “Rufina”. Otra posibilidad es que “Rufina” haya sido un apodo, usado para referirse a mujeres pelirrojas o de tez rojiza.

Una tercera posibilidad es que Rufina Alfaro haya existido, pero su acta bautismal se destruyó por algún incendio o afectación de la iglesia de San Atanasio. Incluso es posible que haya sido bautizada en otra iglesia.

Epílogo

Para Arjona Osorio, al misterio de Rufina Alfaro le subyace la huella del patriarcado colonial. “El papel de la mujer durante la Colonia: cocinar y procrear; el estadio cultural: restringido hasta para el hombre. Le pregunto: ¿Cree usted que el varón criollo exaltaría los ovarios por encima de los testículos? No fue el caso de la heroína colombiana Policarpa Salavarrieta.”

Para Milciades Pinzón, la búsqueda de Rufina Alfaro puede continuar con otras fuentes como: “Quizás archivos españoles en donde reposen informes militares de la época. Tal vez exista algo en archivos colombianos. Otro medio podrían ser relatos de personajes de la época.” En todo caso, otro 10 de noviembre ha llegado y pasará con la repetida mención de Rufina Alfaro e incluso con saludos por parte de los colegios y otras agrupaciones que desfilarán por La Villa de Los Santos. Es demasiada casualidad que Rudecinda Alfaro existiera al mismo tiempo que la Rufina Alfaro de la historia y que se tratara de dos mujeres distintas. Ese enigma persistirá hasta que más investigación produzca otro hallazgo en este tema. ¿Y si no se encuentra nada más? Rufina Alfaro vivirá para siempre.

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Por: Rodrigo Noriega

Abogado

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