¿Qué significa que 7.5% de los panameños tengan hambre?

27 de Octubre de 2025

Exclusivo para Contrapeso

De acuerdo con el informe del Global Hunger Index 2025, Panamá ocupa el lugar 41 de los 123 países y territorios analizados en materia de porcentaje de la población por hambre. El documento estima que el 7.5 % de los habitantes de Panamá enfrentan la peor versión de la inseguridad alimentaria. Esto equivale a unas 312,957 personas que diariamente tienen una ingesta incompleta de su alimentación.

El reputado informe es preparado por la fundación alemana Welthungerhilfe, que elaboró este índice tomando en cuenta los datos de la cantidad de la población que no ingiere el mínimo de calorías diarias, la cantidad de niños y niñas con bajo talla y peso a los 5 años y el índice de mortalidad infantil antes de los 5 años. Para este reporte, el índice incluye datos comparativos de 25 años, mostrando que Panamá, en el año 2000, tenía 17.3 % de su población con hambre. Para el año 2008 la proporción fue de 12.3 %, cifra que en el año 2016 bajó a 9.2 % y finalmente, en el año 2025, al 7.5 %. Aunque en términos porcentuales la reducción fue de casi 10 puntos porcentuales, en términos absolutos la disminución se dio desde un estimado de 574,805 personas con hambre en el año 2000, a 312,957 en el año 2025, es decir, que probablemente la disminución fue de aproximadamente 261,848 personas menos con hambre en Panamá.

En declaraciones a Contrapeso Panamá, la exministra de Desarrollo Social María Roquebert dijo: “...que aproximadamente 1 de cada 13 personas en Panamá no cuenta con acceso suficiente a alimentos para cubrir sus necesidades calóricas básicas. Aunque el índice clasifica al país en ‘hambre baja’, esto no significa que el problema esté resuelto. Esta cifra esconde profundas desigualdades territoriales históricas: afecta sobre todo a comunidades rurales e indígenas, especialmente a mujeres, niñas y niños en la primera infancia.

Además, mucha atención a los datos que reflejan brechas de 2022-2024, por lo que pueden subestimar realidades locales más duras actualmente. Este indicador es una señal de alerta estructural: Panamá es un país con recursos suficientes para erradicar el hambre, pero enfrenta una debilidad institucional para convertir ese potencial económico en una política social sostenida, territorializada y blindada frente a cambios de gobierno.”

El rostro del hambre

De acuerdo con UNICEF, en un estudio del año 2023, el rostro del hambre en América Latina y el Caribe es predominantemente “indígena, afrodescendiente y rural”. Según la misma fuente, esta región tiene el costo más alto del mundo para adquirir una dieta saludable que provea los nutrientes adecuados para un pleno desarrollo humano.

Un estudio presentado el pasado 15 de octubre y preparado por el Fondo Monetario Internacional y el Instituto Interamericano de Cooperación Agrícola señala que, para el promedio de naciones de América Latina y el Caribe, eliminar el hambre costaría cerca del 0.25 % del producto interno bruto. Según este informe, estos fondos se podrían obtener redirigiendo gastos que hacen los propios Estados. De acuerdo con esta investigación, el problema del hambre en la región no está causado por la falta de disponibilidad de alimentos, sino por la incapacidad económica de adquirirlos.

De acuerdo con Roquebert, la solución de este problema parte de que: “En Panamá, la política económica y la política social deberían ser dos caras de una misma moneda:
• El presupuesto (dinero) es necesario para garantizar el derecho a la alimentación.
• Pero sin institucionalidad social robusta, capaz de llegar de manera eficaz y sostenida a los territorios con hambre endémica, esos recursos no generan transformaciones estructurales.
Cuando se depende únicamente de subsidios monetarios y no se articulan políticas de empleo, producción alimentaria local, servicios de salud, agua y saneamiento, la pobreza extrema y el hambre se perpetúan en los mismos territorios y poblaciones. Además, sin institucionalidad estable, cada cambio de gobierno desmantela avances y reinicia procesos desde cero, lo que profundiza las brechas.”

El caso de Panamá

En el año 2000, el producto interno bruto en términos corrientes fue de 11,456.3 millones de dólares. Para el año 2024, esta cifra alcanzó los 86,289 millones de dólares, es decir, que en 25 años, el producto interno bruto creció 7.53 veces. Estos datos se dimensionan mejor cuando se conoce que, de acuerdo con un informe para el 2025 del Boston Consulting Group, la riqueza financiera privada en Panamá, una vez excluidas las deudas, alcanzó unos 120 mil millones de dólares, de los cuales el 39 %, es decir, 46,800 millones de dólares, están en manos de las personas o familias con un capital superior a 100 millones de dólares.

En cambio, las personas o familias con un patrimonio inferior a 250 mil dólares tienen, en su conjunto, el 29 % del patrimonio financiero del país, unos 34,800 millones de dólares. Esto permite concluir que el alto crecimiento del producto interno bruto no se tradujo en una distribución equitativa del ingreso.

Para la exministra Roquebert, la tarea prioritaria en el combate del hambre en Panamá es: “...detener el desmantelamiento de la institucionalidad de la política social y recrearla; ampliando el diseño de la red de protección social como su punta de lanza para el cumplimiento de una meta nacional: erradicar la vergüenza del hambre. Panamá necesita metas nacionales de bienestar, no solo de megaproyectos y resultados macroeconómicos.”

La especialista en políticas sociales concluye que: “Ese 7.5 % nos recuerda que el hambre en Panamá tiene nombre y apellido, con toda seguridad rostro de mujer, de niño o niña. Las transferencias [monetarias] son el primer escalón, no la escalera completa. Panamá tiene los recursos para erradicar el hambre; lo que necesitamos es voluntad política e institucionalidad social sólida y proyectos estratégicos que actúen como motores de inclusión. Si combinamos ingreso, servicios, producción local, agua segura y buena gobernanza, sí podemos llevar el hambre a cero, con resultados medibles en los próximos años.”

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Por: Rodrigo Noriega

Abogado

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